Por Norma
El fondue de queso es sencillamente una exquisitez. Sus ingredientes básicos son los quesos Gruyere y Emmenthal (los expertos aconsejan mezclarlos por partes iguales), a razón de 200 g. en total por persona. Lleva además una taza de vino blanco seco, una pizca de bicarbonato de sodio, un vasito de Kirsh (licor de gindas), un diente de ajo y pan cortado y pan cortado en dados.
Hay que prepararla en un recipiente térmico, de loza o vidrio. Se frota su interior con el ajo hasta que éste quede totalmente deshecho. Luego se pone el queso cortado en trocitos muy pequeños y se agrega el vino blanco. Se cocina revolviendo constantemente con cuchara de madera, describiendo movimientos en forma de ocho o zig zag (nunca círculos, para que el queso no se convierta en una bola) hasta obtener una crema homogénea. En cuanto rompa el hervor se retira del fuego, se incorpora el bicarbonato disuelto en el Kirsch y se espolvorea con pimienta a gusto. Es entonces cuando la fondue de queso ya está lista para llevarla a la mesa, donde se ubica sobre un calentador de llama regular. Los comensales pinchan los cubos de pan en sus tenedores, lo sumergen en la sabrosa mezcla y por fin se deleitan con cada bocado.
La fondue es probablemente el plato más sociable que existe, el más fraternal, puesto que no tendría sentido si no se la compartiera con amigos. Una “fondue party”, aunque no exige etiqueta en materia de indumentaria, tiene sus reglas: el que pierda un trozo de pan dentro de la cazuela debe pagar una multa. Si es hombre, invitará con la siguiente botella de vino, y si es mujer, besará a su vecino de la mesa. Así que si va a disfrutar de una fondue, tenga muy en cuenta quienes desea que se sienten a su lado…