Cocinar una vez al día y ahorrar tiempo:
EI “tiempo es oro” para todos, cada día más. Para las mujeres que trabajan fuera del hogar, y para las que no se mueven de él. Unas, porque lo necesitan para cumplir con sus múltiples tareas, otras, porque deben encontrar los minutos libres que les permitan jugar con los hijos y prestarle atención al marido.
¿Cómo hacer para estar en todo? ¿Cómo atrapar al tirano tiempo siempre emperrado en fugarse de las manos? ¿Cómo ingeniárselas para atender la casa, las cosas, la comida, y a la familia entera sin agotarse y sin que se pongan “los pelos de punta”? La mayoría de las mujeres sabemos que la respuesta no es sencilla, pero tambiés sabemos que muchos imposibles se han vuelto posibles llevando a la práctica una simple palabra: simplificación. Simplificar es liberarnos de detalles superfluos, de reiteraciones rutinarias, de acciones inútiles. De idas y venidas improducentes. Por ejemplo, ¿por qué cocinar más de una vez al día, si de una sola vez podemos preparar el almuerzo y la cena?, ¿por qué ponernos nerviosas cuando llegan visitas inesperadas a comer si contamos con una exquisita premezcla para tartas que nos permete hacerlas en un santiamén? ¿Acaso no sabemos bien que las tartas son la solución al instante en todo momento y circunstancia? Vste es sólo un detalle, uno de los miles para ahorrar tiempo, pero por su gran importancia bien vale la pena recalcarlo. Las tartas, frías o calientes, dulces o saladas, con su infinidad de rellenos y sabores, con su practicidad reconocida y —sobre todo—con su infalibilidad a toda prueba (¡porque siempre salen bien!) son la carta de triunfo que toda buena ama de casa siempre tiene en la manga para complacer a chicos y grandes, visitas inoportunas o invitados preferenciales, o glotones y convalecientes, a los amantes del pic-nic improvisado y a los que gustan de una buena mesa y una amena charla con muchos amigos.
Para dejar a todos con la boca abierta, usted no tiene más que abrir su heladera… Y servir, en el instante oportuno, la tarta que ya tiene hecha, esperando desde la mañana, el veredicto familiar. 0 puede recurrir a lauremezclas, que brindan n una masa óptima, conciliando a las mil maravillas lo rico y lo rápido. Un imposible que ahora es posible.
Claro está, no todo viene hecho. El “toque personal” no se puede comprar; el ingenio para variar de rellenos y sabores, tampoco. Eso corre por cuenta de cada una de nosotras, que tenemos que ganarnos cada día una mejor fama de buenas cocineras. Pero la fama será mayor cuanto menor sea el tiempo que empleemos para conquistarla. Recordemos eso de rico y rápido, los dos términos que “parecían” irreconciliables…