Cada uno de los países de la Europa oriental contribuye a la preparación de esta cena con al menos un plato. Puesto que se trata de una zona muy amplia, el tipo de alimentos varía considerablemente de este a oeste. Un rasgo común a todos ellos puede ser el uso del yogur o la nata agria en ciertos platos, o de determinadas verduras frescas, como los pimientos, la remolacha y los champiñones.
Algunos vegetarianos se muestran contrarios a la utilización de proteína de verduras texturada (tvp) porque consideran que no deben comer nada de sabor parecido a la carne, además, el tvp es un alimento procesado. Hay numerosos argumentos que contradicen esta opinión y estoy seguro de que si estas personas probasen un buen stroganof o un goulash, no tardarían en cambiar de opinión. El stroganof es un plato muy rico y cremoso a base de proteína de verduras cocinada en nata agria y condimentada con cebollas, ajo, champiñones y mostaza. El goulash, de un color rojo intenso, debe su aroma y sabor principalmente a los pimientos rojos, y es un plato muy atractivo.
Los platos a base de patatas son muy frecuentes en los países de la Europa oriental, y es interesante observar las semejanzas entre las empanadillas de patata de Checoslovaquia o Polonia y las de Irlanda. El pastel de patatas a la checoslovaca que he escogido es excelente, pero me vi obligado a adaptar la receta para obtener una cantidad suficiente en poco tiempo. Una sartén antiadherente le resultará de gran ayuda en la preparación de este plato. El pastel se consigue a base de capas (con las cantidades que aquí se ofrecen es posible preparar tres pasteles), que una vez dispuestas en una fuente se pueden gratinar hasta que se doren.
Rumanía contribuye con un cremoso plato de champiñones en salsa de nata agria que, una vez servido, presenta un aspecto similar al del stroganof, de manera que si fuera necesario omitir alguno de los platos sugeridos para este menú, debería ser uno de estos dos. La cantidad de champiñones indicada puede parecer exagerada a primera vista, pero hay que tener en cuenta que su volumen disminuye considerablemente una vez cocinados. El eneldo, la hierba más empleada en esta zona, da a este plato ese característico sabor que lo diferencia del stroganof.
De Bulgaria, país vecino de Rumanía, viene el bajaldo, un plato cuya preparación requiere mucho tiempo y que se hace con berenjenas pequeñas (para que se asen uniformemente). El fuerte aroma y el delicioso sabor de las berenjenas al vino blanco, bien valen este esfuerzo.
Hay varios platos vegetarianos polacos, todos ellos estupendos, pues la cocina de este país es mucho más rica que la de sus vecinos. Los hongos comestibles, los tallarines, el chucrut y una gran variedad de platos de patatas, se encuentran entre lo mejor de la cocina de este país principalmente agrícola. Yo he elegido un plato de remolacha, pues, a menos que se sirva bortsch en el primer plato, sería imperdonable omitir en el menú esta colorida y deliciosa hortaliza, sobre todo porque esta receta en concreto es tristemente ignorada en Polonia.
Bajo ningún concepto debemos olvidar el pan negro campesino, y menos aún si tenemos en cuenta que es el sustento de algunos de los pueblos más pobres del mundo. Los aristócratas que pasaban el verano en el campo, disfrutaban de los deliciosos alimentos tradicionales de los campesinos. Este pan es excelente para acompañar al «caviar» de berenjenas y pimientos, típico de Yugoslavia, un plato frío para los calurosos veranos del país.
Un plato recibe el calificativo de húngaro cuando se condimenta con pimentón. El plato que aquí he sugerido, preparado con calabacines, se puede hacer igualmente con berenjenas. Haga la prueba con ambos y decida cuál de los dos prefiere.
La crema rusa es un postre dulce, nutritivo y delicadamente aromatizado. Otro postre alemán, también delicioso, es la torta de semillas de amapola. Las semillas de amapola negra se emplean en la repostería de muchos países de Europa oriental y tienen una tex¬tura y un sabor muy peculiares y agradables.
En esta vasta región hay vinos excelentes, sobre todo en Yugoslavia (Reisling) y Bulgaria (Chardonnay). Sin embargo, la bebida alcohólica por excelencia es el vodka. Yo recomiendo el vodka de cereza polaco y el vodka de limón de Leningrado. El slivovitz, o coñac de ciruela, es un famoso licor búlgaro, mientras que en Checoslovaquia se consume en abundancia la cerveza Pilsen.
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